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Incluso en este verano atípico debido a las circunstancias derivadas de la pandemia por COVID-19 y las restricciones a las que estamos obligados
después del confinamiento, son muchos los que van a pasar el verano o, al menos,
parte de sus vacaciones en entornos que nos obligan a tener en cuenta una serie
de recomendaciones para el cuidado de nuestra piel y nuestro cabello.
Calor y mascarillas, una asfixiante combinación
El roce de las mascarillas sobre la piel, unido a la
condensación provocada por nuestro propio aliento en la zona cubierta por la
mascarilla, altera el pH cutáneo, causa obstrucción de los poros y está ocasionando
brotes de acné, bien en pacientes que ya tenían esta patología dermatológica,
bien en personas que nunca habían tenido este problema.
Rosácea, cuperosis (rojeces, pequeños capilares dilatados…),
dermatitis seborreica, acné, dermatitis peribucal y dermatitis irritativas en
pacientes con dermatitis atópica previa son algunas de las alteraciones de la
piel que están empeorando debido al uso frecuente de la mascarilla. Esta
circunstancia se ha visto agravada por las altas temperaturas y el aumento de
la sudoración.
Con respecto a este tema, nos encontramos que las mascarillas
que ofrecen más seguridad frente al contagio del coronavirus, las de tipo FFPp2
y FFPp3, producen más dermatosis ya que son más pesadas, se ajustan más a la
cara y están confeccionadas en materiales menos transpirables y más ásperos.
Por su parte, las mascarillas confeccionadas con tela de algodón son más suaves,
transpiran mejor y causan menos irritaciones… pero lo cierto es que protegen
menos. Esto hay que tenerlo muy en cuenta a la hora de llevar mascarillas de
uno u otro tipo según el entorno en el que nos vayamos a mover y las personas
con las que nos vayamos a relacionar.
Para evitar o minimizar estos problemas hay que llevar a
cabo una buena higiene con jabón suave específico de pieles grasas por la
mañana y por la noche, seguido de la aplicación de una crema o loción
hidratante de base acuosa (sin grasa u oil free).
Quienes hayan notado la aparición de granitos pueden añadir
un exfoliante químico suave antes de dormir que contenga ácido salicílico,
glicólico o azelaico, dependiendo de la tolerancia de la piel del paciente y
del criterio de su dermatólogo.
¿Qué pasa con la barba? Normalmente la barba actúa como
protector frente a estos problemas de la piel ocasionados por la mascarilla.
Por un lado, al no rasurarse el vello facial habitualmente, la epidermis de
estos varones tiene menos tendencia a la inflamación. Por otro, la barba actúa
como escudo protector contra el roce. No obstante, hay que tener en cuenta que
los pacientes con dermatitis seborreica empeoran con la combinación de
barba+mascarilla+calor.
Gel hidroalcohólico en la playa o en la piscina
El acceso a las playas y a los recintos con piscina puede
que requiera de que los bañistas se laven las manos con gel hidroalcohólico. Hay
que tener en cuenta que este producto contiene una proporción de alcohol que
oscila entre el 60% y el 80% y que el alcohol es de por sí un agente irritante
para la piel, provocando que escueza, pique, se ponga de color rojo, cause una intensa
sensación de quemazón, se deshidrate con facilidad y que, incluso, llegue a
descamarse.
Este efecto se agrava en el caso de los geles de
hidroalcohol porque están formulados con glicerina para que sean más fáciles de
extender sobre las manos, lo que hace que tarden más en evaporarse.
De esta forma, y aunque no provocan quemaduras, tal y como
se ha llegado a sugerir, usar gel de hidroalcohol con demasiada frecuencia incrementa el riesgo de dermatitis en las manos, una circunstancia que muchos
de nuestros pacientes han experimentado a lo largo de estas semanas.
Para evitar este problema hay que limitar el uso de estos
geles hidroalcohólicos a los momentos en los que no dispongamos de agua y jabón,
el procedimiento más efectivo para llevar a cabo la higiene de manos.
Asimismo, en estos tiempos en los que debemos extremar el
lavado de manos para evitar el contagio por SARS-CoV-2 es conveniente escoger
jabones suaves con pH neutro o productos SYNDET, también llamados jabón sin
jabón porque son más respetuosos con el manto hidrolipídico que protege nuestra
piel. Los pacientes con rosácea, dermatitis atópica, psoriasis o piel sensible
están muy familiarizados con ellos, ya que son los más adecuados para el cuidado
habitual de su piel.
Es importante reforzar la hidratación de las manos, tanto si
las lavamos con agua y jabón, como si usamos gel hidroalcohólico, para evitar
la sequedad y la descamación asociadas a la higiene de manos reiterada.
Agua salada ¿lo mejor para la piel?
En estos días, nos han planteado la pregunta de si el agua
salada podría contribuir a prevenir el contagio por coronavirus, seguramente
por el mito de que el agua de mar es muy buena para la piel. En este sentido, la
Dra. Mayte Truchuelo, una de nuestras especialistas, también ha tenido que
hacer matices en algunos medios de comunicación.
Por un lado, cuando hablamos de los efectos del agua salada
sobre la piel nos referimos fundamentalmente al agua del mar, no a las piscinas
de agua salada. El motivo para hacer esta diferencia es que el agua del mar no
solo contiene sal. Además, tiene otros minerales y oligoelementos como el zinc,
el magnesio, el potasio o el yodo.
Por otro lado, efectivamente, hay enfermedades de la piel,como la psoriasis, los eccemas propios de la dermatitis atópica, o el acné que pueden mejorar en verano por el efecto antiinflamatorio que tiene la combinación de humedad ambiental, el agua de mar y la exposición solar controlada. Eso sí, hay que tener en cuenta que esta mejoría no se produce en
todos los casos y que suelen empeorar una vez que el paciente deja el clima
costero y vuelve al clima seco.
Por otro lado, el agua del mar tiene un efecto antibiótico
que va muy bien para mejorar la cicatrización de pequeñas heridas, rozaduras y
cortes. En cambio, si las heridas son de gran tamaño o se trata de quemaduras o
úlceras, es mejor evitar el agua de mar.
Además, si hay una infección en curso en alguna de estas
lesiones de la piel, el agua de mar puede ser contraproducente, ya que también
contiene bacterias que pueden agravarla.
En un plano estético, la sal del mar tiene un efecto exfoliante
que deja la piel más suave y renovada, ya que contribuye a eliminar las células
muertas de su superficie. No obstante, no es recomendable aplicar la sal
directamente con este objetivo, ya que es demasiado irritante para la piel.
Existen productos específicos para exfoliar el cuerpo que son mucho más
respetuosos con la piel.
Finalmente, hay que tener en cuenta que el salitre del mar
contribuye a deshidratar y resecar la piel. Además, irrita las mucosas (nariz,
boca y ojos). De hecho, uno de los consejos que siempre recalcamos en verano es
que es conveniente enjuagarse con agua dulce después de cada baño en el mar para
evitar la sequedad cutánea y la tirantez que causa el salitre cuando el agua salada
se seca sobre la piel, además de las irritaciones que ya hemos comentado. Al
final del día, hay que hidratar bien la piel con cremas emolientes después de
la ducha.
Los sombreros que de verdad protegen del sol
La fotoprotección es una máxima durante todo el año. Los
dermatólogos reforzamos el mensaje en verano porque es la época en la que el
sol brilla con mayor intensidad y durante más horas al día. Además, es la época
del año en la que llevamos ropa más ligera y más partes de nuestro cuerpo
quedan expuestas a la radiación ultravioleta.
Cuando finalizó el confinamiento, llamamos la atención sobre
las precauciones extra que había que tomar con respecto al sol, debido a que la
falta de exposición al estar recluidos en casa hacía que la piel estuviese
especialmente sensible al haber segregado menos melanina y fuera así más fácil
sufrir una quemadura solar.
Pero también como cada año, insistimos en que usar una crema
con índice de protección elevado no es suficiente. Además, hay que protegerse
con ropa y sombreros… pero no vale cualquier sombrero, tal y como nos recordaba
nuestra especialista, la Dra. Montse Fernández, en diversos medios de
comunicación.
Si buscamos una protección solar óptima, el sombrero debe
tener un ala suficientemente ancha como para proyectar sombra sobre la cara; incluyendo
la nariz, la barbilla y las orejas, así como el cuello y el escote. Es decir,
debe medir al menos tres centímetros.
En cuanto al tejido, la mejor alternativa es la tela, cuanto
más tupida mejor y preferiblemente de colores oscuros, tal y como recomendamos
cuando hablamos de ropa. La rafia, la paja… son materiales muy de moda, pero
hay que saber que ofrecen una protección menor que el algodón o la loneta, sobre
todo cuando en su diseño incluyen calados que dejan pasar bastante cantidad de
radiación solar. Por otro lado, existen sombreros confeccionados con tejidos que
incorporan filtros solares; son los más adecuados para personas que por diversas
circunstancias deben pasar mucho tiempo al sol.
¿Ejemplos de sombreros idóneos para protegerse del sol? Canotier veneciano, pamela, panamá,
fedora, sombrero tipo cordobés, sombreros tipo explorador...
Consejos esenciales para proteger el pelo en verano
El sombrero no solo es importante para proteger la nariz, el
cuello o el escote. Además, es fundamental para prevenir quemaduras en el cuero
cabelludo (aviso a personas con alopecia) y el deterioro de la fibra capilar
ocasionado con el sol.
El Dr. Sergio Vañó, responsable de la Unidad de Tricología yTrasplante Capilar del Grupo Pedro Jaén sintetiza en tres los consejos fundamentales para cuidar nuestro pelo en verano:
Lavado frecuente. Cada vez que nos bañemos en la playa o en
la piscina hay que aclararse el cabello posteriormente. Este consejo es especialmente importante este año porque debido al riesgo de contraer la infección por coronavirus, las aguas de las piscinas están más cloradas que de costumbre. El cloro no solo estropea la fibra capilar, sino que también puede
ocasionar dermatitis en el cuero cabelludo.
Por su parte, la Dra. Rita Rodrigues, tricóloga de esta unidad,
insiste en que no debemos caer en el mito de que lavar el pelo todos los días
es malo y aclara que en verano es conveniente hacerlo prácticamente a diario. El
cloro de la piscina deteriora la fibra capilar, altera la coloración y es
agresivo con el cuero cabelludo. En este sentido, el agua de mar no es mucho
mejor. La sal cristaliza en la fibra capilar y vuelve el pelo seco y
quebradizo, circunstancia que se agrava con el aire. Por eso hay que enjuagar
el pelo después de cada baño y lavarlo a conciencia tras cada jornada en la
playa.
Por otro lado, la subida de las temperaturas hace que
sudemos más, un factor que repercute en una mayor acumulación de suciedad el
pelo y el cuero cabelludo. El sudor confiere un aspecto desaseado, máxime si se
tiene el pelo graso. Por este motivo, en épocas de calor es mejor lavarse el
pelo tan a menudo como se necesite.
Finalmente, los filtros solares son muy convenientes en
verano porque protegen la fibra capilar y el cuero cabelludo de la irritación y
las posibles quemaduras causadas por el sol, pero hay que retirar sus residuos,
igual que los de lacas, espumas, aguas de peinado... y otros productos
capilares.
¿Qué champú escoger? Para lavar el pelo a diario hay que usar champús suaves con un pH neutro y con menor capacidad detergente para no eliminar el manto lipídico del cuero cabelludo. Es mejor evitar siliconas, parabenos y sulfatos. Asimismo, las personas que lleven el pelo largo deben completar el lavado con productos que faciliten el peinado para evitar el daño por tracción que sufre el pelo al pasar peines y cepillos.
Imagen de Free-Photos en Pixabay
Agosto
2020
Centro Grupo Pedro Jaén