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A medida que la Medicina en general y la Dermatología en
particular han ido dando respuesta a las patologías más graves, tanto los
pacientes como los propios especialistas han contribuido a aumentar la demanda
de tratamientos estéticos encaminados a corregir aspectos faciales y corporales
que afectan fundamentalmente a la apariencia, un factor aparentemente frívolo,
pero estrechamente ligado al bienestar emocional y a la autoestima.
Por ello, no es de extrañar que la demanda de este tipo de
procedimientos haya aumentado exponencialmente en apenas tres o cuatro años y
que lo haya hecho en segmentos de la población que tradicionalmente no
recurrían a ellos, como son los jóvenes o los hombres.
Naturalidad y armonía, demandas cada vez más frecuentes
“No quiero aparentar menos edad; sino verme mejor”, “busco
un efecto de buena cara, no eliminar mi expresión”, “me gustaría tener una
silueta más firme, no el cuerpo de una modelo”. Estas son, afortunadamente,
peticiones cada vez más habituales en nuestra Unidad de Dermatología Estética.
En líneas generales, los pacientes buscan resultados armónicos, naturales y
discretos porque quieren mejorar, pero no cambiar, y si es posible hacerlo sin
pasar por quirófano, mucho mejor.
Asimismo, el auge de los tratamientos reversibles puede
señalarse como otra de las tendencias en dermatología estética. Las malas
experiencias que se han visto con materiales de relleno permanentes o cirugías
demasiado drásticas ha llevado a que los pacientes sean más realistas en sus
expectativas y además sopesen con más detenimiento los riesgos y los efectos a
medio y largo plazo de los procedimientos estéticos y por eso ahora se decantan
con mayor frecuencia por alternativas de efecto temporal.
Por estos motivos, no es extraño que la toxina botulínica,
el ácido hialurónico y los diferentes tipos de láser de rejuvenecimiento son
casi imprescindibles en las consultas de los dermatólogos que se dedican a la
estética.
Toxina botulínica, la estrella de los tratamientos estéticos
Desde hace ya dos décadas, y según pudimos comprobar en la
última reunión del Grupo Español de Dermatología Estética y Terapéutica (GEDET), celebrada el pasado mes de noviembre en León, la toxina botulínica ocupa
el trono indiscutible en dermatología estética, muy por delante del relleno con
ácido hialurónico, los tratamientos no quirúrgicos de reducción de grasa, el
fotorejuvenecimiento con láser y los peelings.
Actualmente, de los siete serotipos de toxina botulínica que
existen en la naturaleza, en estética usamos la de tipo A, en concreto,
onabotulinum.
En estos años, han aparecido otros tipos de toxina
botulínica. Algunas ya han recibido el visto bueno de la Agencia Europea del
Medicamento y otras se aprobarán en un futuro muy próximo. De entre todas
ellas, destacan dos y por motivos completamente distintos: una tiene un efecto
más duradero en el tiempo y la otra es, por el contrario, mucho más rápida a la
hora de actuar, pero también más fugaz.
Daxibotulinum, aprobada por la Food and Drug Administration
(agencia estadounidense encargada de la regulación de alimentos y fármacos) y
la Agencia Europea del Medicamento, es una toxina botulínica tipo A cuyos
efectos pueden prolongarse en el tiempo una media de seis meses, frente a los
cuatro que dura onabotulinum.
Por su parte, la toxina EB-001 pertenece al serotipo E y su efecto, que se puede apreciar a las 24 horas de haberse inyectado, apenas dura entre dos y cuatro semanas. El sentido de aplicar un producto inyectado tan efímero es que las personas que necesitan un tratamiento muy rápido tengan alternativas y que las que no se han realizado nunca un tratamiento de este tipo o alberguen temores con respecto al efecto o las sensaciones que van a experimentar una vez inyectado puedan probar el producto. Asimismo, se está investigando el uso de esta toxina tipo E en el alivio del dolor de cicatrices quirúrgicas.
Otras novedades con respecto a la toxina botulínica se
refieren a su presentación. Por un lado, estamos ante la inminente la llegada
de una toxina botulínica tipo A, llamada nivobotulinum, en formato líquido
lista para ser inyectada; en lugar de la presentación tradicional en polvo para
su preparación en consulta mezclándola con suero fisiológico. Por último,
también está a punto de aparecer otra toxina (también del tipo A) diseñada para
ser aplicada en crema, denominada por ahora RT001.
Toxina botulínica contra las arrugas… y mucho más
En el congreso celebrado en León se apuntó la ventaja de
usar inyecciones de toxina botulínica para tratar la hipertrofia de los
maseteros (músculos cuadrados a ambos lados de la cara que sirven,
fundamentalmente, para aplicar la fuerza necesaria en la masticación). Este
agrandamiento de los maseteros a veces ocurre en pacientes que tienen bruxismo,
una patología caracterizada por apretar los dientes de forma excesiva e
inconsciente, incluso durante el sueño, que puede derivar en desgaste precoz de
la dentadura, dolores musculares y de cabeza.
Por otro lado, contamos con técnicas como el mesobotox o
microbotox, denominada así porque se trata de una especie de mesoterapia con
toxina botulínica diluida y mezclada con otros principios activos habituales en
mesoterapia, como las vitaminas o el ácido hialurónico. Este microbotox se
aplica en la dermis mediante pequeñas infiltraciones y su finalidad no es
eliminar las arrugas de expresión como cuando usamos toxina botulínica de
manera convencional.
En este caso, de lo que se trata es de mejorar la calidad de
la piel, conseguir un aspecto más fresco, reducir la dilatación de los poros y
aliviar las rojeces (por ese motivo también se está probando en pacientes con
acné y rosácea), dar un extra de hidratación y jugosidad a la piel gracias al
efecto del ácido hialurónico.
Este procedimiento, también denominado baby botox no por el
hecho de que se aplique en pacientes jóvenes, sino porque se hace con carácter
preventivo para mejorar la piel y frenar su deterioro antes de que aparezca,
puede aplicarse con un dermaroller para potenciar sus efectos. El dermaroller
es un rodillo dotado de microagujas que hacen pequeñísimas perforaciones en la
piel para facilitar la penetración de los principios activos y estimular los
mecanismos de reparación tisular que estimulan la producción de colágeno y
elastina.
Ácido hialurónico, complemento perfecto de la toxina botulínica
Aunque la toxina botulínica sigue siendo la reina indiscutible
de las consultas de dermatología estética, el ácido hialurónico está ganando
posiciones no como sustituto porque su efecto es diferente, pero sí como
complemento idóneo para diversas finalidades. De hecho, se trata de uno de los
tratamientos más demandados por nuestros pacientes.
El ácido hialurónico es un compuesto natural presente en nuestro
organismo. Su capacidad para atraer y retener el agua ha sido aprovechada en
dermatología estética para convertirlo en un material de relleno muy
polivalente. De esta forma, actualmente lo usamos para definir el contorno de
los labios, rehidratarlos, aumentar su volumen, corregir asimetrías, atenuar
los surcos nasogenianos (líneas de marioneta), mejorar la apariencia de las
cicatrices hundidas, rejuvenecer las manos… y corregir alteraciones de la nariz
sin cirugía. En este sentido hay que diferenciar la rinomodelación, que es lo
que se hace con ácido hialurónico, de la rinoplastia, que es una intervención
quirúrgica que requiere tocar cartílago y/o hueso.
En todo caso, siempre y cuando no haya que intervenir sobre
estos elementos, con ácido hialurónico podemos levantar una punta nasal
demasiado caída o desviada, un caballete excesivo…
Se trata de un producto muy seguro, aunque eso no quiere
decir que esté exento de complicaciones. Las más habituales son dolor en la
zona del pinchazo, inflamación transitoria, sangrado leve… No obstante se trata
de efectos leves y pasajeros que se dan con muy poca frecuencia cuando se tiene
un exhaustivo conocimiento de la anatomía facial y se domina el producto que se
infiltra.
Otros materiales de relleno
Actualmente se están ensayando nuevos materiales de relleno
como alternativa o complemento de los ya existentes. Uno de ellos es la polidioxanona,
un elemento sintético usado en las suturas reabsorbibles que también se emplea
en la fabricación de los hilos tensores que se emplean para combatir la
flacidez de los tejidos faciales. Aunque los resultados hasta el momento
parecen esperanzadores, lo cierto es que las investigaciones con este material
se encuentran en fases demasiado iniciales.
Por otro lado, la hidroxiapatita cálcica está haciéndose un lugar de honor como material de relleno y redensificador de la piel, pero además está
demostrando sus beneficios para corregir la flacidez de algunas partes del
cuerpo como el cuello, el abdomen, los brazos y las piernas.
Este producto estimula la producción de colágeno propio, una
molécula directamente relacionada con la densidad de la piel. El preparado que
usamos en dermatología estética está compuesto por unas micropartículas
suspendidas en un gel acuoso cuyo componente principal es idéntico en a la
parte mineral de los huesos y los dientes. Por este motivo, se trata de un
material totalmente biocompatible que no genera rechazo ni reacciones
alérgicas.
Cómo eliminar la grasa localizada en la cara
Hasta el momento, la única manera verdaderamente efectiva de
eliminar la grasa localizada en el área facial es la cirugía. La papada, las
bolsas de debajo de los ojos… suelen resistirse bastante a la acción de los
procedimientos no invasivos. Por ello estamos muy pendientes de la evolución de
varios trabajos que se están llevando a cabo con ácido desoxicólico, uno de los
cuatro ácidos biliares principales que produce el hígado para ayudarnos a
metabolizar las grasas.
Este efecto se está intentando aprovechar para desarrollar
productos inyectables que acaben con la grasa submentoniana que se acumula en
la zona de la papada o en los laterales del mentón. Se prevé que en pocos meses
tengamos novedades que contaros al respecto.
En este sentido, tal y como explicamos en la entrada
anterior, tenemos que ser cautos. El hecho de que un procedimiento se ponga de
moda, sea sencillo, factible y poco invasivo no quiere decir que sea
recomendable o que haya que generalizar su uso.
Nos referimos al caso concreto de la bichectomía, uno de los
temas que se ha tratado en las últimas citas científicas a raíz de su demanda
creciente entre población muy joven. Según comentábamos hace una semana, esta
intervención se lleva a cabo para afinar el óvalo facial y conseguir un rostro
más estilizado extirpando las bolas de Bichat, dos pequeñas almohadillas grasas
que tenemos en las mejillas.
La bichectomía ofrece resultados poco llamativos y, salvo
que se tengan unas bolas de Bichat demasiado hipertrofiadas, el paciente no
nota una transformación o mejora evidente.
Al fin y al cabo, estas bolsitas de grasa apenas pesan nueve o diez gramos y hay que tener en cuenta que con el proceso natural de envejecimiento la grasa facial se va atrofiando, lo que unido a la pérdida de colágeno y elastina hace que los tejidos se vayan descolgando. Quitarse esa grasa de manera prematura y sin una indicación clara puede hacer que el descolgamiento sea más precoz precisamente por la falta de sostén que ofrecen las bolas de Bichat en las mejillas.
Enero
2020
Centro Grupo Pedro Jaén