Se manifiestan como pequeñas protuberancias rojizas o color piel, de tamaño variado (de 2 a 5mm) que característicamente tienen una hendidura en la zona superior (umbilicadas), no suelen ser sintomáticas aunque algunos niños refieren picor. El rascado ocasiona su propagación a la piel circundante.
La presencia de moluscos no reviste gravedad pero solemos realizar tratamiento debido a que puede interferir con las actividades cotidianas del niño y el entorno escolar.
Generalmente los niños suelen inmunizarse y las lesiones pueden terminar por desaparecer solas, pero para esto pueden ser necesarios en algunos casos hasta 24 meses, por lo que la actuación médica puede ser aconsejable en muchos casos.
El modo de transmisión es el contacto directo piel con piel, el contacto con juguetes, toallas colchonetas etc. contaminados.
Será individualizando cada caso en función de la extensión, localización y edad del paciente. Podemos emplear diversos tratamientos tópicos, láser o crioterapia, siempre bajo la supervisión de profesionales especialmente formados en el paciente pediátrico.
De forma genérica se suelen emplear productos con ingredientes como el ácido salicílico o hidróxido de potasio que ayudan a disolver la lesión con el tiempo. Otros medicamentos incluyen cremas antivirales tales como imiquimod. El curetaje con anestesia tópica en crema es muy eficaz y resolutivo. Las recurrencias son frecuentes en algunos casos y difíciles de predecir.