Las lesiones se presentan como placas eccematosas redondeadas, muy bien delimitadas, rojas y descamativas, preferentemente localizadas en el tronco y extremidades.
La infección secundaria originada por el rascado intenso de las lesiones puede producir una lesión costrosa amarillenta superpuesta a la placa eccematosa.
El diagnóstico es clínico, aunque pueden estar indicadas las pruebas epicutáneas, así como el cultivo de una muestra de la lesión para descartar infección secundaria. En casos seleccionados, podría realizarse una biopsia cutánea.
Característicamente esta forma de eccema suele ser más resistente a los tratamientos que otras, tendiendo a la recidiva tras suspender la terapia.
Suelen emplearse corticoides tópicos como primera línea de tratamiento, así como hidratantes, junto con antihistamínicos para el picor. En caso de lesiones resistentes o extensas pueden estar indicados otros tratamientos como la fototerapia o ciclos cortos de corticoides orales.
En caso de que exista una infección secundaria, está indicado añadir un antibiótico tópico al tratamiento.