En este post explicamos 15 mitos sobre el cabello que están muy extendidos entre la población general y pueden llevar cometer errores importantes a la hora de cuidarlo.
Viendo la preocupación que representa el pelo, resulta paradójico o, al menos, curioso, que todavía circulen ideas tan disparatadas acerca de sus cuidados o su tratamiento. Además, también sorprende que la gente esté dispuesta a probar tratamientos, adornos, procedimientos estéticos y demás experimentos sin tener la más remota idea de si eso va a tener algún efecto positivo o, por el contrario, lo dañará para siempre.
15 Mitos sobre el cabello
Algunos de los mitos más extendidos sobre el cabello son los siguientes:
1. Llevar gorra, sombreros o cascos muy a menudo provoca la caída del cabello
Esta creencia errónea se basa en la idea de que estas prendas asfixian el cuero cabelludo y por ese motivo el pelo acaba cayéndose. Pues bien, la oxigenación del cuero cabelludo es un proceso mucho más complejo que todo esto y desde luego no se ve obstaculizado por llevar gorras, pañuelos o sombreros que, independientemente de las modas, suelen ser necesarios para protegernos de la radiación ultravioleta. De esta forma, si alguna vez te has planteado hacer la vista gorda en cuanto al uso del casco cuando vas en bicicleta o moto por miedo a la alopecia, olvídalo.
2. Lavarse el pelo muy a menudo hace que se caiga más
El cabello puede lavarse con la frecuencia deseada; a diario, incluso. Lo que hay que tener en cuenta es usar un champú adecuado no demasiado agresivo, pero nada más.
La función del champú es limpiar el pelo y dejarlo bonito. Algunos están formulados para tratar problemas de la piel del cuero cabelludo, como la caspa, pero no tienen efecto sobre la caída del pelo.
3. Los tintes, las planchas y los secadores favorecen la alopecia
Las agresiones térmicas causadas por el uso frecuente de planchas alisadoras, rizadores o secadores de aire —si se usan en la posición más caliente— pueden dañar la fibra capilar en su parte externa, pero no el folículo, que es donde se genera el pelo.
Es decir, con estos aparatos podemos achicharrarnos el pelo, pero no quedarnos calvos por ello. Cuando dejemos de usarlos el pelo recobrará su buen aspecto habitual.
Lo mismo ocurre con el tinte, cuyo efecto negativo más temible es que provoque una reacción alérgica en el cuero cabelludo causando irritación, descamaciones, picor intenso… Su uso frecuente, sobre todo si se trata de formulaciones con amoniaco o de decoloraciones muy agresivas, daña la fibra capilar y empeora el pelo cosméticamente, pero no hace que se caiga más.
Basta un buen corte, dejar pasar el tiempo y estar un tiempo sin teñirse para ver el pelo menos estropeado.
4. Cortarse el pelo o raparse la cabeza hace que crezca más pelo
Este es otro mito sobre el cabello muy extendido. Si aplicamos el mismo razonamiento de que todo lo que ocurre de cuero cabelludo para afuera no incide en lo que ocurre de cuero cabelludo para adentro, no hace falta insistir en que el hecho de cortarse las puntas no aumenta la densidad capilar, como tampoco lo hace la variante más drástica, que es raparse al cero.
Por mucho que hayamos acuñado el término «sanear» al hecho de meter la tijera para acabar con puntas abiertas, tintes desgastados o melenas maltratadas por el cloro, el salitre o el sol, lo cierto es que el efecto es solo cosmético.
5. Las trenzas, las coletas, los adornos y las rastas favorecen la calvicie
Pues no, pero sí. Es decir, recogerse el pelo o adornarlo con horquillas y pasadores no hace que el pelo se caiga más, como ocurre con el resto de factores externos que hemos mencionado. No obstante, en la llamada alopecia de tracción sí que influyen estas variables que vienen de fuera.
La alopecia por tracción se produce por la torsión, el estiramiento, el roce o la presión constante con peinados en los que el cabello se sujeta de manera muy tirante, tales como rastas, trencitas de las que cuelgan abalorios, moños como los de las bailarinas o azafatas de antaño y coletas de caballo muy estirados.
Si esta tensión es constante y prolongada en el tiempo, el pelo se cae en la zona en la que se tira del mismo porque va creciendo con una tensión excesiva que acaba dañando la estructura interna del pelo y la raíz folicular.
6. Si mi padre es calvo, yo también acabaré sin pelo
En efecto, se trata de uno de los mitos más extendidos sobre alopecia, pero lo cierto es que has de dejar de mirar la coronilla despoblada de tu padre pensando que a ti te va a suceder lo mismo. Al igual que el nombre de alopecia androgenética puede inducir el error de pensar que solo los varones la sufren por culpa de los andrógenos, lo de genética también puede dar pie a la confusión de que este patrón de caída capilar viene impreso en nuestro código genético de manera inevitable.
No es así. Primero porque la calvicie androgénica se hereda por vía materna, ya que los receptores de los andrógenos están ligados al cromosoma X, que heredamos de nuestras madres. Segundo, porque en la alopecia androgénica intervienen factores relacionados con la herencia pero, fundamentalmente hormonales.
También circula por ahí la idea de que este patrón —y otros muchos en realidad— se salta una generación y no tenemos que «odiar» a nuestros padres por nuestra calvicie, sino a nuestros abuelos. No es cierto, así que deja de mirar a tu abuelo con recelo y disfruta de su sabiduría sin más.
7. El aceite de sándalo acaba con la calvicie
Es una de las noticias más surrealistas que nos hemos visto obligados a desmentir en los últimos años. En esta ocasión se trataba de una afirmación que partía de un hecho cierto, pero que degeneraba hasta una conclusión demencial. A raíz de un estudio de investigación muy básica realizada con veinte pacientes y en apenas seis meses, se descubrió que un derivado sintético del sándalo estimulaba un receptor olfativo, concretamente el OR2AT4, y eso aceleraba el ciclo natural del cabello.
Aparte de que un solo trabajo realizado en una veintena de pacientes no es suficiente para establecer conclusiones definitivas, hemos de plantearnos si estas voluntarias no sufrían en realidad efluvio telógeno que se hubiera resuelto por sí mismo independientemente de oler sándalo o no, y casualmente en el plazo en el que dicen hacer efecto el resto de ampollas, lociones, champús, vitaminas y suplementos nutricionales que encontramos en cualquier parafarmacia alegando resolver la alopecia.
De esta forma, por más atractivo que resulte resolver la alopecia y perfumar el ambiente al mismo tiempo sin hacer nada más que respirar, y aunque algunos titulares hablaron del fin de la calvicie, lo cierto es que la solución no está en el ambientador de sándalo, siendo éste por tanto otro falso mito sobre el cabello.
8. El plasma es lo mejor porque es natural
Las infiltraciones con plasma rico en factores de crecimiento es un tratamiento muy de moda porque es natural. Se trata de inyectar un preparado obtenido de centrifugar sangre extraída del propio paciente para acelerar y potenciar la cascada regeneradora que el organismo humano pone en marcha después de una agresión.
Si bien está dando muchas alegrías a odontólogos, cirujanos maxilofaciales y traumatólogos, lo cierto es que en el ámbito de la tricología los resultados no son tan espectaculares. Esto no quiere decir que no sea eficaz, solo significa que no es la panacea para la caída del cabello.
En realidad se trata de una alternativa que solemos usar en combinación con otros tratamientos y en pacientes muy concretos. Sin duda, el hecho de que sea un producto seguro que no causa rechazo ni efectos secundarios severos está repercutiendo en que se indique alegremente porque «mal no te va a hacer». Sin embargo, los especialistas en tricología solemos ser más prudentes porque al fin y al cabo se trata de un tratamiento costoso que requiere de repetición en el tiempo. Además, requiere de anestesia local en el cuero cabelludo para infiltrar el preparado donde hace falta, ya que sin ella sería muy doloroso debido al considerable número de pinchazos que se han de hacer.
9. El aceite de ricino hace crecer las pestañas
No existe ninguna evidencia científica de que el aceite de ricino vaya a hacer que nuestras pestañas luzcan largas y frondosas. Es más, este producto, que suele comprarse en herbolarios y formulaciones de diferente concentración, puede irritar los ojos. Si esto ocurre se consigue un efecto poco embellecedor. No obstante, sí hay productos capaces de hacer crecer las pestañas. Son los que están formulados a partir de análogos de las prostaglandinas, unos elementos utilizados en el tratamiento del glaucoma —hipertensión intraocular—.
Los promotores de las investigaciones con estos compuestos observaron, igual que los oftalmólogos y los propios pacientes, que uno de los efectos secundarios del fármaco era el crecimiento de las pestañas. De esta forma, en 2008 se aprobó el primer producto formulado a partir de análogos de las prostaglandinas específico para esta finalidad estética. Desde entonces, han salido algunos más al mercado.
10. El champú de caballo es ideal para lograr un cabello fuerte, tupido y brillante
Los lectores habituales de información sobre salud y belleza probablemente se acuerdan de la moda del champú para caballos como truco para lograr que la melena creciera más deprisa y que, además, lo hiciera con un cuerpo y un volumen nunca vistos. Según los promotores de esta tendencia el secreto de que los equinos tengan un pelo fuerte, tupido y brillante no se debe a su naturaleza ni a los cuidados que reciben en sus cuadras, sino a la biotina, una vitamina del grupo B que interviene en el metabolismo de las grasas y los hidratos de carbono, entre otros elementos.
Su carencia es muy poco frecuente y se encuentra en alimentos tan comunes como la carne, el hígado o la leche, además de en bastantes frutas, frutos secos y verduras. En cualquier caso, la biotina no se absorbe a través del cuero cabelludo, de manera que, como ocurre con cualquier champú, es imposible que tenga un efecto a nivel del folículo piloso, que es donde reside la clave de la calidad y densidad capilar.
Al hilo de este mito sobre el cabello, no hay más remedio que insistir en que el champú para animales es eso, para animales, y que las características de la piel y el pelo de los humanos no es igual que el de las mascotas, de manera que usar este tipo de productos, que además pueden contener principios activos contra insectos y parásitos, no parece la mejor idea.
En cualquier caso, el champú tiene como finalidad limpiar el pelo y darle buen aspecto. Algunos pueden ayudar a tratar problemas del cuero cabelludo, como el eccema o el exceso de grasa, pero no sirven para modificar ni la estructura de la fibra capilar, ni el número de cabellos, ni la densidad de la melena… ni tampoco para acelerar la velocidad a la que crece.
11. Pánico al lauril sulfato de sodio (SLS)
También conocido por sus siglas en inglés, el SLS es un agente que se encuentra en casi todos los productos de higiene personal.
Este ingrediente se encarga de espesar el elemento líquido para poderlo manejar y extender con facilidad y, además, es responsable de que champús, geles de baño, pastas de dientes… hagan espuma.
Los defensores de los productos naturales y los que promulgan la idea de que todo lo que lleve compuestos químicos es perjudicial esgrimen el argumento de que el SLS, además, es dañino para las personas porque también se encuentra en detergentes y desengrasantes industriales y que, por lo tanto, no debe incluirse en la formulación de los productos de higiene personal.
12. Hay que probarlo todo o no echarse prácticamente nada. La moda no poo…
Durante años hemos escuchado ideas de lo más variopintas acerca de la higiene del cabello en cuanto al modo, frecuencia, producto… que es más conveniente utilizar. Los más habituales se sitúan, curiosamente, en polos opuestos. Por un lado hay quien sostiene que hay que lavarse la cabeza con frecuencia, pero hay que cambiar de champú periódicamente porque nuestro pelo se acostumbra y deja de ser efectivo.
Por otro, nos encontramos la tendencia no poo, un nombre derivado del inglés no shampoo —sin champú—. Como ya habrás imaginado, los que defienden esta moda alegan que no hay que usar champú en absoluto porque este producto está lleno de elementos químicos y es mejor usar de vez en cuando una mezcla a base de agua, bicarbonato y/o vinagre.
Según afirman, los champús convencionales son nocivos para la salud por la presencia de químicos, pero, además, resultan muy perjudiciales para el cabello, ya que acaban con el manto graso que recubre el cuero cabelludo, son demasiado agresivos para la piel de la cabeza y producen una especie de efecto rebote que hace que tengamos el pelo engrasado rápidamente. Es decir, los champús normales son fruto de una conspiración de los fabricantes para que los usemos más de lo necesario.
Esto no es cierto por bastantes motivos. En primer lugar, lavarse el pelo es un hábito necesario para nuestra higiene personal y aspecto físico. Más allá de la apariencia, el champú sirve para eliminar el exceso de sebo producido por las glándulas sebáceas, la suciedad ambiental, los restos de productos cosméticos —laca, fijadores, geles, ceras, aguas de peinado…— porque su acumulación favorece la proliferación de microorganismos y elevan el riesgo de infecciones e irritaciones.
Por otra parte, la mezcla que proponen los defensores de la moda no poo, realizada a base de bicarbonato, agua y vinagre tiene un pH mucho más alcalino que el del cuero cabelludo, lo que contribuye a resecarlo en exceso, además de causar irritaciones y cambios en la coloración y en la calidad de la fibra capilar.
De esta manera, lo que hay que hacer es escoger un buen champú que nos guste y nos vaya bien, que sea suave y que pueda usarse con la frecuencia que consideremos necesaria o nos apetezca.
13. Si te arrancas una cana te salen siete
Las canas no tienen esa capacidad de reproducirse mientras están ancladas a la cabeza, y mucho menos después de haber sido arrancadas.
14. Las canas no se caen
Tampoco es verdad. La cana es, estructuralmente, igual que un pelo pigmentado que ha perdido el color a causa del proceso oxidativo asociado a la edad. De esta manera, el hecho de que alguien que haya vivido suficiente tiempo como para tener canas siga teniendo pelo demuestra que ese pelo ya era resistente y por eso no se ha caído. Es decir, la cana es un pelo fuerte en sí, pero no porque sea blanco o gris.
15. El estrés hace que salgan canas
Esta afirmación tiene cierta base científica, dado que estas situaciones de tensión emocional causan un estrés oxidativo y una serie de cambios en el organismo que pueden inducir la canicie. Aunque no hay demasiadas evidencias al respecto, ni conclusiones definitivas, lo cierto es que se trata de un mito sobre el cabello con algo de fundamento.
Te invitamos a compartir este post de mitos sobre el cabello con aquellos familiares y amigos a los que entiendas que le puede interesar.