Conoce qué es el exposoma y cómo afecta al envejecimiento de la piel para a partir de ahí tomar las medidas de protección más eficaces.
El exposma es un término acuñado por Christopher P. Wild, que hace referencia a todos los factores que tienen un impacto sobre la salud, y que nada tienen que ver con la genética.
Aunque existen áreas científicas en las que se ha estudiado la relación entre el exposoma y la aparición o evolución de las enfermedades, la dermatología es uno de los campos en los que se han llevado a cabo los avances más significativos. Así, se ha consensuado que los factores externos que lastiman la salud y el aspecto de la piel lo hacen desde tres frentes fundamentales:
• En primer lugar deterioran la barrera cutánea —el manto hidrolipídico que cubre y protege la epidermis— favoreciendo la pérdida de humedad que lleva a deshidratar la piel.
• En segundo lugar ayuda a la producción de radicales libres.
• En tercer lugar obstaculizan la regeneración celular porque degradan y merman la producción de colágeno y elastina.
Factores del exposoma implicados en el envejecimiento de la piel
En la actualidad, cuando hablamos del exposoma y de su relación con la aparición de los signos de envejecimiento, aceptamos que hay siete factores ligados a este hecho de manera más o menos directa.
De esta forma, la contaminación ambiental, el tabaquismo y la radiación ultravioleta provocan cambios en el metabolismo celular que alteran directamente la estructura de la dermis. Por otro lado, la falta de sueño, la dieta, el estrés o la climatología adversa en realidad afecta de modo negativo a la salud general, lo que a su vez perjudica el estado de la piel.
Algunos de estos factores del exposoma no se pueden evitar con facilidad, de modo que tenemos que poner atención a la hora de protegernos o de limitar nuestra exposición a ellos. Sin embargo, otros dependen única y exclusivamente de nosotros y sí se puede actuar para sortearlos.
1. Radiación solar
Sobran datos al respecto de la relación entre la exposición a los rayos ultravioleta UVA y UVB con diversos problemas de salud debidos al estrés oxidativo derivado del exceso de radicales libres que provoca el exceso de sol, tales como las cataratas, la merma del sistema inmunológico, las quemaduras solares… y un sinfín de enfermedades y alteraciones de la piel.
Dentro del primer grupo, la patología que más suele preocuparnos a los dermatólogos es el cáncer de piel, dado que es el más frecuente en el ser humano, pero también porque ha ido aumentando en los últimos años a pesar de las campañas de divulgación y porque entre ellos figura el melanoma, un tumor muy agresivo que puede llegar a ser mortal si no se trata a tiempo.
Con respecto al segundo grupo, hemos de mencionar que las consecuencias de la radiación solar también afectan negativamente al aspecto de la piel. De esta forma, y a pesar de la querencia que la sociedad sigue teniendo al bronceado, lo cierto es que la exposición solar sin protección acelera el fotoenvejecimiento cutáneo, un proceso que se manifiesta en forma de hiperpigmentación, manchas, deshidratación, arrugas y pérdida de firmeza.
En definitiva, la protección solar debe implantarse desde la niñez porque el daño que provoca es acumulativo y sus consecuencias se notan a largo plazo y también porque en los últimos años, diversos estudios han demostrado que, además de la radiación ultravioleta, otros tipos de luz solar, como la visible o la infrarroja tienen potencial para dañar la piel.
2. Tabaco
Tomar el sol sin protección y fumar son, probablemente, los dos factores evitables más nocivos para nuestra piel. El tabaco provoca alteraciones en el ADN de las células e incrementa la producción de radicales libres, unos elementos ligados a la oxidación y deterioro celular que juegan un papel determinante en la aparición de diversos tumores en la cavidad oral —encías, lengua, labios, paladar…— y agravan dolencias cutáneas como la rosácea o la psoriasis.
Además, el tabaco tiene un efecto vasoconstrictor que evita que la piel se nutra y oxigene correctamente debido al empeoramiento de la circulación sanguínea. De hecho, el término «cara del fumador» alude de manera directa a unas características concretas que presenta el rostro de los que fuman: tono grisáceo, deshidratación, falta de luminosidad, textura acartonada, aparición prematura de arrugas faciales y peribucales —el famoso código de barras, formado por arrugas verticales alrededor de la boca—, párpados hinchados y bolsas en los ojos por la retención de líquidos asociada al tabaquismo, además de coloración amarillenta de los dientes y la piel de los dedos.
3. Contaminación ambiental
La relación entre la polución y la salud de la piel se empezó a estudiar hace poco. En cualquier caso, ya existe una evidencia suficiente que señala la implicación las partículas contaminantes sólidas y los hidrocarburos poliaromáticos con el estrés oxidativo ligado al daño celular. Por otro lado, diversas investigaciones han concluido que este factor actúa de manera sinérgica con la radiación ultravioleta, multiplicando su potencial nocivo para la piel, lo que ha motivado que los expertos acuñen el término fotocontaminación para designar esta asociación.
4. Alimentación
Este es otro factor del exposoma vinculado al envejecimiento de la piel. Numerosas patologías y trastornos de salud están relacionados directa o indirectamente con una dieta poco saludable o desequilibrada, y la piel no es una excepción.
De esta forma se recomienda incluir gran cantidad de frutas y verduras en la alimentación para obtener los antioxidantes necesarios y combatir los radicales libres, proteínas para combatir la flacidez, ya que ayudan a dar textura a la piel y evitar al máximo el alcohol, los azúcares refinados, las grasas saturadas y los productos ultraprocesados, fundamentalmente porque estos también son perjudiciales para la salud en su conjunto.
5. Estrés
Las situaciones de tensión emocional y estrés son desencadenantes o agravantes de numerosas patologías cutáneas como el acné, la rosácea, el herpes, la psoriasis o la dermatitis atópica. El mecanismo por el que el estrés, además, repercute en el envejecimiento prematuro de la piel es el de producir mayor cantidad de cortisol —conocido, precisamente, como hormona del estrés—. Este elemento está implicado de modo directo en la producción de radicales libres y en el aumento del estrés oxidativo.
6. Falta de sueño
Otro elemento del exposoma que conviene no olvidar. El sueño nocturno es el tiempo que el organismo aprovecha para poner en marcha toda una serie de mecanismos de reparación para preservar los tejidos. El hecho de dormir poco o no descansar lo suficiente interfiere en la síntesis de colágeno y elastina, y activa la producción de radicales libres, así como la producción de cortisol.
El resultado es una piel que se estropea y envejece de manera más evidente y prematura. De esta manera, las personas que no duermen en torno a siete horas diarias como promedio acusan la falta de descanso en forma de deshidratación, tono apagado, hipersensibilidad ante las agresiones externas, poros dilatados, ojeras, bolsas, arrugas y flacidez; signos que empeoran en función de cuánto se prolongue el insomnio.
7. Clima
Tanto el calor como el frío extremo afectan negativamente a nuestra piel. Las temperaturas demasiado elevadas, dejando aparte la radiación solar, provocan lo que los expertos denominan envejecimiento térmico de la piel, un fenómeno causado por una oxidación celular más rápida, un incremento de la inflamación y diversas alteraciones de la estructura interna de la dermis.
Por otro lado, y aunque el frío no tiene un efecto tan evidente desde el punto de vista fisiológico, lo cierto es que también entraña un riesgo en este sentido porque las bajas temperaturas dañan la barreta cutánea, el manto protector que evita la pérdida de agua y la entrada de agentes nocivos externos. Cuando este escudo se deteriora, la piel se deshidrata con mayor facilidad, lo que favorece la aparición de rojeces, eccemas, picor, tirantez… Además, el frío dificulta la microcirculación sanguínea y prolonga el ciclo de renovación celular, lo que hace que la piel luzca más apagada y acumule mayor cantidad de células muertas.
Te invitamos a compartir este artículo sobre el exposoma y su relación con el envejecimiento de la piel con aquellos familiares y amigos a los que creas que le puede interesar.
Referencias y autoría del contenido
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Referencias sobre el exposoma y su relación con el envejecimiento de la piel:
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